domingo, 6 de febrero de 2011

Ese dolor




En la fuente crepuscular
del silencio...
El sonido no tenía voz...
los ecos del ayer
poseyeron lo infinito
para vagar por la soledad
que angustiada
necesitaba estar sola
para poder encontrarse
con ella misma...

Se autoflagelaron
todos los sonidos
cortándose con cuters
su fina piel...
la que quedó sangrante,
herida de dolor
aquel que no cura
que no cicatriza,
que ni el tiempo ni la vida
logran sanar...

Y me abandonaste
cuando más te necesitaba
cuando ya el tiempo
había expirado
en la esencia de la nada,
que nada trae...

Ni Adiós me dijiste...

Y un te quiero huérfano
de existencia dejaste
en este corazón helado
y aterido de desamor...

¡Por qué crees que no confío en nadie!

Ariadna de Alejandría

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